nadas

5.4.07

RITUAL


Había una vez un charco de agua bendita tirado en la calle.
La profundidad, el ancho y el largo no importaban.
Al atardecer disminuía a la mitad su caudal ya que por las mañanas comenzaban a llegar enfiladas situaciones que circunscribían dicha disminución. Esta descripción inédita y peligrosa, casi tanto como las abejas que están a mi derecha y sobre tu cabeza, podría llegar a convertirse en una bomba atómica.
A las ocho de la mañana pasaba el tren por el pueblo y la vibración conseguía dar de beber a las orillas de lo sagrado. Éste era el sacramento color púrpura, parecido al escalofrío que me produce tu dedo dibujando una media luna en cuarto creciente sobre mi nalga. La vibración era similar al escalofrío.
A las ocho y cuarto menguante el vapor de la locomotora ascendía hasta la cresta ilíaca.
A las ocho y media tenía piel de gallina y allí terminaba el acto sacramental color púrpura.

Cada quince minutos algo ocurría, de cuarto en cuarto pasaba el tiempo que jamás parecía terminar.

Las golondrinas aterrizaban y se zambullían en el bendito charco, llevándose partes del agua entre las plumas y luego las repartía por el cielo. Éste era el sacramento color cerúleo, parecido a tu piel trémula y ávida de frágiles letras escritas con lágrimas, por y para vos, una tristeza alegre y esperanzadora se dibujaba entre las nubes.

Las horas ya no importaban solo el reencuentro sagrado lloviendo.

Cuando las moscas tenían sed, allí concurrían y casi siempre eran acompañadas por mariposas. Sus alas se reflejaban y sus ojos también. Cada tanto se miraban y algunas se enamoraban. Éste era el sacramento color gris, el que dice que te amo con todos mis ojos, sin espacios ni tiempos; dice del amor intacto, a pesar de las moscas, del enamoramiento fugaz y del amor eterno, éste que nos tiene en el medio entre el blanco y el negro, bebidas por moscas y mariposas…mientras nos embriagamos dentro del charco.
Casualmente uno que otro zapato o zapatilla se sumergían y hacían luego caminos benditos que otros seguían. Éste era el sacramento dorado; y así fue fundado el charco, casi por azar… y nada ni nadie jamás detuvieron su destino. Vasija mitad llena, mitad vacía, que algunos odiaban y envidiaban, y otros las deseaban y encarnaban la esencia de sus pieles.
Ésta tarea no es tuya ni mía. Es de la capacidad de engendrar que poseen otros. Ya hace tiempo… cuando el tiempo no era tiempo nos lo engendramos y ahora trascendemos todos los posibles e imposibles recorridos. Un par completa mitades… y ésta es la idea del círculo.
Éste es el charco bendito, el que pretende alejarse de toda maldad. La bondad inédita y peligrosa podría llegar a convertirnos en bombas atómicas, charcos de aguas benditas tirados en la calle; palabras para re-fundar sin olvidar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

UFF ME PARECE GENIAL, DE UNA EXQUISITA TERMINACION COMO LA MISMA OBRA UNIVERSAL DE LAS PALABRAS INTANGIBLES, SAGRADAS EN SU MAS INTENSA MUNDANEZ, ESA LA QUE NOS PURIFICA DE LO
NO VISIBLE.PORQUE SOMOS ESO, SERES IMPERFECTOS, CONDENADOS A LA PERFECCION DEL LENGUAJE,- A ESE PODEMOS ADORARLO- UNICO DIOS. LO DEMAS,ESCENCIAS PIELES, TEMBLORES Y PESADILLAS, AMORES INCOMPLETOS, ROTURAS DE MEDIANOCHE,VAPORES Y HUMEDADES ES TODO LO SAGRADO DE LO QUE ESTAMOS HECHOS,QUE MAS PEDIR, ESE ES EL CIRCULO, EL ABRACADABRA.

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